Buenos Aires - 2015
64 páginas / 14 x 20
ISBN 978-987-3760-15-0
en ese sueño muero intacto
como un turista
pregunto
si es la música
o el mar
o un soldado
Sobre Herramienta suave, por María Belén Michelangelo
Probablemente la poesía es la expresión de la literatura que más nos inunda de sentimientos, que mejor los guarda dentro de los límites de sus palabras. Cada poeta tiene su fórmula para lograr conquistar el tesoro perdido. Emiliano Herrera de la mano de la editorial Zindo & Gafuri, nos muestra la suya reconstruyéndola ante nuestras narices en Herramienta suave.
¿Cuáles son las herramientas? Esta pregunta apareció en mi mente una vez finalizada la lectura y me encontré a mí misma tratando de identificarlas, supe entonces que Emiliano hace algo increíble: juega con nosotros, es su libro la herramienta adecuada para desacomodarnos, para ubicarnos en esos espacios inexplorados y entonces decirnos: bueno, y ahora ¿qué sentís? Porque la poesía es sentimiento y no hay nada que aleje al autor de esta verdad irrefutable.
No existen detalles librados al azar, la poesía es pensada, en lo que se dice y en lo que se calla. Herramienta suave es una conjunción de voces y silencios que se enredan y resultan perfectamente.
Poemario de tres partes que dialogan, son retratos de instantes, de momentos, de sentimientos. Algo impresiona y recuerda, se muestra como una memoria lejana y borrosa. Hay una referencia constante a la instantaneidad, a eso que se esconde detrás de todo.
Un apartado se merece la poesía que lleva el título del libro. Cada vez que leo una de estas poesías la tomo como una guía de instrucciones o como una trampa. Creo que en este caso es ambas. Nos despista de todo y nos da al mismo tiempo cada “herramienta” que necesitamos. Nos dice que nos va a hablar de sueños, de pájaros, del viento, de la interioridad, del huir. Y lo hace, a veces escondiéndose tras cocodrilos o tras figuras que se delinean brevemente, pero lo hace.
Porque, está claro, Emiliano nos da los contornos de lo que nos quiere contar, después es trabajo de quien lee rellenarlos, pintar los blancos del color que más le plazca.
Me gustan las flechas, me gusta el que sabe hacer mucho con poco “Y mientras, tanto”. Esto pasa en la tercera parte, la última, que merece un párrafo aparte.
“Recién Turdera”, es una ametralladora de imágenes, resulta un oleaje incansable de ideas que nos caminan las pupilas. Las impresiones se van acumulando y en el fondo es imposible detenerse: leer una, respirarla, masticarla y luego la siguiente y así hasta el final, cuando uno se pregunta por qué y más tarde para qué, aunque la pregunta correcta debe ser qué, qué pasó. Es ahí, al tratar de responderse cuando uno mira hacia adentro y todo bulle en la calamidad misma de los sentimientos que la marea atrapó en su vientre y ya es tarde para escapar. Huir es imposible.
Tal vez lo que más me gusta del libro sea la continuidad, esas especies de poemas continuados que parecen ser un seguimiento de una misma idea, o no. Emiliano tiene una gran facilidad para jugar con el lector, haciéndolo suponer y entonces otra vez las herramientas, las pistas, otra vez lo fácil contra todo lo demás.
Hay algo en la poesía de Herrera que ataca. Sin darnos cuenta arremete contra nuestras propias herramientas, las cuestiona, sensibiliza lo que ha sido endurecido por el tiempo. En “Sismo”, por ejemplo, la mano de un chico aparece como certera arma y hay algo en la niñez que se conmueve o en lo primitivo que nos constituye.
Es este, sin duda un poemario utilitario, un poemario que nos sirve, que nos va llevando suavemente hacia esos lugares insospechados, in-apropiados. Hay en Herramienta suave, una facilidad de hacernos sentir, de identificar lo que siempre estuvo allí porque él entiende y nos dice exactamente eso: “no veo / estoy hecho / de huellas de miradas”
Herramienta suave a cuentagotas: algunos de sus poemas
Laguna
música de fondo:
este lugar
siempre vengo
nunca lo conozco
una víbora
cruza una frontera
la lluvia
toca su tambor
Sismos
mientras, un pájaro
cae
de piedra
al suelo
por mano de
nene chico
pero más grande
que pájaro
Medida de lo posible
se detiene exactamente
en la mitad del camino
mira sus manos
y se desconoce
el pasto es tan real
como sus dientes
un conejo trae la demora
y con ella un impulso
pero la pregunta era otra
Sobre Herramienta suave, por Gustavo Yuste en La primera piedra
Los poemas que integran Herramienta suave (Zindo & Gafuri, 2015) de Emiliano Herrera proponen versos cortos y que en su brevedad apuestan a impactar al lector. Con las palabras medidas, calculadas y diseñadas para cada poema, la poesía se camufla entre lo cotidiano y lo extraordinario según la página en la que nos encontremos. El autor, en definitiva, va construyendo un edificio poético arquitectónicamente complejo pero de lectura ágil y atrapante.
Poesía camuflada
¿Cuántas palabras son necesarias para encontrar lo poético? Obviamente, no hay una respuesta acabada, pero sí muchos intentos por dar en el blanco. Herramienta suave (Zindo & Gafuri, 2015) podría anotarse dentro del bando que apuestan a lo breve y al impacto, exprimiéndole sentidos a las palabras como quien se esfuerza en sacar agua de las rocas. Podemos afirmar, para empezar, que los versos de Emiliano Herrera logran su objetivo: hacer mucho con poco.
En este poemario existen sentimiento tan breves pero profundos como las palabras que intentan transmitirlos. Ni el exceso ni los rodeos van a estar presentes en Herramienta suave, donde lo dicho parece ser lo dicho y nada más. El autor, ni lento ni perezoso, es un buen vendedor y logra darle al lector un artefacto simple para llevarse a su casa, pero que lo tendrá a la cuadra preguntándose qué es realmente esa herramienta suave que tiene entre manos. Puede leerse, por ejemplo: “la clínica/ ni puerta tiene/ ya/ directamente:/ la pared”.
La relación entre las personas, sus universos personales y el decorado que los rodea va a estar en constante movimiento, haciendo una especie de coreografía donde una acción genera inmediatamente una reacción o, a veces, una inacción: “el aire/ desdibuja/ los árboles / en otoño/ y yo tan quieto“. ¿Cuántas palabras más podían usarse y generar el mismo impacto? Al parecer, y Herrera se encarga de convencernos a lo largo del libro, cualquier agregado arruinaría todo.
Por último, también se puede remarcar cómo los opuestos dialogan constantemente en Herramienta suave. Por ejemplo, en esta compleja construcción de palabras y sentidos que es este poemario, puede hallarse la derrota: “Todas tus cosas nuevas/ envejecen en mis manos/ es así”; y también el optimismo: “La humedad atraviesa las paredes,/ pero no las puertas” . Como si el sótano y la terraza estuvieran a un zócalo de distancia, todo se desenvuelve ágil y profundo en un libro que parece ser releído en vez de leído gracias a la naturalidad con la que se adhiere al lector. Con la potencia de lo cotidiano, lo poético empieza su lento andar subterráneo.
La perseverancia, por Joaquín Correa en Solo tempestad
El arte de la imposible resolución o, tal vez, de la paradoja parece encontrarse regulando el espacio del poema en Herramienta suave de Emiliano Herrera, editado por Zindo & Gafuri en 2015. Ahí donde se estanca el pensamiento o comienza a girar en falso, podríamos pensar, surge o se manifiesta, en su imposibilidad, lo poético. Lo poético entendido, aquí, como la falla o el resto del fracaso del movimiento del pensar. Poemas cortos de versos breves, su ritmo simula mecanizarse para asimilarse, en algún momento último, a esa falla. Es ahí donde, gracias a la paradoja y el establecimiento de una no-posibilidad, el poema gana su fuerza.
La paradoja, por veces, se escenifica. Así, el poema “Quiere decir” finaliza no finalizando colocando al cabo del último verso unos dos puntos. El poema se abre, se abandona en su apertura:
Quiere decir
fuera
lo que sea
que digamos
sólo expresa
dos
simples
sentimientos:
Ese espacio abierto dejará en su apertura el eco resonando a lo largo del texto, guardando en “puerta” su punto más álgido: la “puerta quieta y entreabierta” de “Acto reflejo” reaparecerá inmediatamente después en “Un día de estos podría acercarme a esta puerta // y cerrarla” o más tarde en “Observación del sábado 10 de mayo de 2014”:
la clínica
ni puerta tiene
ya
directamente
la pared
Esa apertura en eco contrastará con el hermetismo de “Rampa”: “adentro las olas duermen / adentro las ciudades se rompen” o con las premisas encadenadas del poema que da título al libro, “Herramienta suave”,
Un sueño me quita el sueño y sueño.
Miro a los pájaros en la voz del viento.
Desvelado, me pierdo en lo que encuentro.
Todo lo que huye trabaja por dentro.
haciendo que las paradojas que están al interior del poema se espejen y contrapongan con las que habitan los demás poemas. Ese juego de tensiones puede o destruir el texto o forzarlo hasta la cristalización. En ese equilibrio, creo, está situado Herramienta suave.
Herramienta suave, además de esa tendencia a la paradoja puede, por veces, optar por la forma oriental de conclusión de un poema:
Preposiciones
el diccionario comienza
con la letra A
muy cerca, se lee:
abandonar
Ese abandono que se lee en el diccionario al mismo tiempo clausura el poema, suspendiéndolo. El final del poema, así, se define en el cierre o en su apertura, en los límites abiertos por la paradoja o en el ensimismamiento del sentido. “Recién Turdera”, extenso poema compuesto de poemas breves de dos versos que ocupa la tercera parte del texto, podría entenderse como el momento donde este vaivén se evidencia con mayor claridad en su cercanía al haiku, entre el abandono, la paradoja y la oclusión fugaz, el encadenamiento de sentidos y la pérdida irreparable que todo poema significa. La recuperación de voces ajenas y los juegos de palabras van construyendo algo cercano a una ética en el seno del espacio poético que, poco a poco, va siendo Turdera: “Lo que les des. Lo que te den. / Desdén”. La herramienta suave que ha sido el poema para Emiliano Herrera tal vez se aloje en esa perseverancia.
Nació el 15 de octubre de 1988 en Buenos Aires. Es músico y poeta. Editó algo de su música bajo el pseudónimo tiempo y forma. En poesía publicó Herramienta suave, Zindo & Gafuri, 2015. Coorganiza el ciclo de poesía “Y la nave va” en Monte Grande y administra el Blog Celofán.