Los contrarios

Fernando Molle

 

Buenos Aires - 2015

48 páginas / 14 x 20

ISBN 978-987-3760-19-8

El cielorraso 

Despertamos en la casa.

En la casa edificada y derrumbada
la mañana que no empieza y se termina.

En la casa cerrada desde siempre.
En la casa nunca vista.

Despertamos.

Con los perros ajenos que nos miran
cuando estábamos dormidos.

Los perros que ladraban
cuando abrimos los ojos hacia el techo.

La mujer desconocida tumbada a nuestro lado.
La niña soviética en su cuarto.

La rubia mujer desconocida
La niña en su cuna despertando.

Despertamos en la casa
diseñada y borrada en cada aliento.

Bajo un techo perforado que nos mira
circular por sus pasillos repetidos.

En la casa levantada con esfuerzo.
En la casa demolida.

Durmiendo sobre nada bajo cielo.
Con el aire.

La mujer tumbada a nuestro lado.
Los perros dormidos que ladraban.

La niña soviética en su cuna.
Despertando.

Despertamos en un cielo aureolado de galaxias
que nos mira desplazarnos por el suelo.

En un fondo extraterrestre y poliforme
a trescientos años luz del cielorraso.

Sin paredes.
En la cama paralela.

Bajo el techo transparente que nos mira seguir vivos.
Sobre el piso vertical inacabable.

La niña y la mujer desconocidas.
Los ojos abiertos hacia el cielo.
Los perros dormidos que ladraban.

Un destello en el vacío, por Indie Hoy

INDIE HOY 

Los contrarios, por Mauro Quesada en Revista Celofán

 

Con libros como El despertador y el sordo (1995) y Del libro (2008), Fernando Molle, una de las voces más singulares de la poesía argentina contemporánea, va construyendo una obra potente donde lo formal y lo sonoro toman un papel preponderante. Pueden distinguirse ciertos patrones entre las formas que van variando de poema en poema,  como estrofas de dos y tres versos o tramos de versos endecasílabos. En cuanto a lo sonoridad, se genera una música casi como un mantra. Escucharlo a Molle leer en vivo es una experiencia que deja en los oídos un ritmo repercutiendo durante largo rato.

Hay una relación con lo onírico, que deja en claro con epígrafe de Heráclito en el primer poema: “Los que duermen habitan mundos separados: los que están despiertos, el mismo”. Allí aparece esta percepción de lo extraño: “Despertamos en la casa. (…) La mujer desconocida tumbada a nuestro lado./ La niña soviética en su cuarto”. Lo referencial no es algo firme, sino un territorio inestable, de donde entra y sale todo el tiempo. En “En la vereda de enfrente”, por ejemplo, lo cotidiano y la geografía se fugan a través de su experimentación con el lenguaje y llegan hasta el absurdo: “Aquí nomás por el barrio,/ pasando la ligustrina,/ donde terminan las lajas.// Apenas traspasando/ el corredor nornoreste subdesértico/ de Kurbekistán”.

Los poemas dan la sensación de estar inacabados. Pero en realidad lo que sucede es que en algunos encontramos una circularidad: los versos del comienzo son los mismos que los del final.  En otros, en cambio, hay una sensación de infinitud, como si el poema fuera un poema eterno y los que nos muestra es solo eso, un recorte entre dos puntos. Es una exploración de las posibilidades infinitas que nos ofrece el lenguaje. Esta idea se refuerza en algunos pasajes con los mínimos cambios que se producen de un verso a otro: “El que sabe/ El que no sabe// El que vio/ El que se vio// El que leyó/ El que lo leyó// El que sabe porque no lee/ el que sabe porque no leyó”. A partir de una cierta monotonía está tensionando el lenguaje y jugando con lo formal y lo semántico. Luego de leer Los Contrarios queda flotando la sensación de que hay siempre algo que se nos escapa, que no se agota en pocas lecturas, como si el libro nos esperara una y otra vez.

 

REVISTA CELOFAN

Sobre Los Contrarios, por Diego Sasturian

 

Fernando Molle pareciera encarar sus libros como proyectos separados. Después de la exuberancia verbal y el juego con las formas clásicas en el excelente Del libro -Vox, 2008- Los contrarios es un libro austero, con un lenguaje que bordea lo coloquial.

Desde el nombre, y lo subraya el acápite de Heráclito al primer poema, El cielorraso-Los contrarios se sitúa en el tema del cambio y de la dialéctica, después: lógica de los hechos y de los matices. Es el terreno de la argumentación, del otro y del devenir a partir del enfrentamiento; el ámbito de lo que podría ser diferente, de lo que cambió en un sentido o en otro, pero que siempre escapa a la identidad o a la contradicción.

Esta lógica discursiva estructura los seis poemas que componen el libro, desde lo familiar cotidiano de El cielorraso hasta el cierre cosmológico de La vereda de enfrente. Los versos cortos, ordenados de a pares o tercetos, sostienen un ritmo que va puntuando las alternancias y las oposiciones. Cada verso introduce un giro de sentido, una ampliación o restricción a lo afirmado anteriormente. Molle bordea la frase hecha, pero la aplica en un contexto donde el sentido, o el uso están siempre ligeramente desplazados. Los versos parecen por momentos demasiado cortos, en otros casos se prolongan unas sílabas más de lo que venía proponiendo el ritmo del poema. Nada es del todo lo que parece.

Allí donde la dialéctica ofrece una posibilidad de síntesis,  el poema se detiene antes, se limita a consignar las tensiones –en todo caso regulando las intensidades, o volviendo al punto de partida– y así, hace honor a la sospecha de que toda síntesis implica una clausura de sentido o una simplificación empobrecedora.

PERFIL CULTURA

La ausencia como significante, por Gustavo Yuste en La primera piedra

El libro Los contrarios (Zindo & Gafuri, 2015), de Fernando Molle, propone versos cortos y que a primera vista parecen encontrarse casi aislados entre sí, dejando bajo tierra el hilo finísimo que hilvana las cosas. Con la ausencia de información como un significante clave en su poesía, este poemario necesita un lector activo que esté predispuesto a dejarse impactar por la potencia hasta entonces desconocida que puede tener una palabra. 

Un adjetivo y un sustantivo juntos suelen ser una pareja inseparable dentro de la poesía, pero también existen los casos en que ambas palabras se pueden valer por sí mismas, condensando en su interior una potencia que solemos ignorar en el habla cotidiana. Los contrarios (Zindo & Gafuri, 2015), de Fernando Molle, hace un uso más que interesante de esa segunda opción, donde la ausencia toma el lugar central de este libro.

Los contrarios transcurre como si escucháramos una conversación que se está teniendo a distancia de nosotros, donde muchas palabras se pierden en el camino, pero el mensaje sigue siendo comprensible. Más aún, los versos libres de Molle logran impactar al lector escondiendo gran parte del filo del cuchillo y sin necesidad de revelar todo el truco. En definitiva, la poesía aparece con su prepotencia sin dar muchas explicaciones.


Cabe destacar, además, que en una especie de divertimento personal, los poemas de Los contrarios hacen honor al nombre que los cobija adentro de un mismo libro. Tensando hasta el límite las capacidades que tienen algunos términos y expresiones, Molle va a jugar con los sentidos que aparecen y sobre todo con lo que no se dice, algo similar a ver una película donde la escena se ve borrosa salvo por algunos detalles a simple vista aleatorios, pero que en realidad escondían algo más.

Se puede decir que este libro de poesía viene a demostrar que nunca está todo dicho en este género. Pese a que nuevas corrientes quieran arrasar con todo, a su paso dejan los sedimentos de lo anterior, por lo que los diferentes estilos permanecen para otorgar variedad y un poco de aire fresco. En este caso, la poesía minimalista de Fernando Molle parece abrir las ventanas ante el aluvión narrativo del siglo XXI en lo que respecta a la poesía argentina. Si el lector se anima a viajar sin ningún instructivo, Los contrarios es una excelente opción para hacer turismo en zonas reducidas.

Fernando Molle

Nació en Buenos Aires en 1968. Publicó los siguientes libros de poesía: El despertador y el sordo (Ediciones del Dock, 1995, prólogo de Leónidas Lamborghini), La revoltija (Siesta, 1999), Del libro (Vox, 2008, Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes) y Los contrarios (Buenos Aires, Zindo & Gafuri, 2015). Coordina talleres de lectura y escritura en el C.C. Rojas (UBA) y en forma privada. Escribe sobre literatura en diversos medios de Argentina.

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