Buenos Aires - 2021
120 p. ; 21 x 14 cm.
Traducción de Josefina Bianchi.
ISBN 978-987-8320-18-2
Cuando era chica
y ponía la mesa
tenía mucho cuidado
al colocar el cuchillo raro
la servilleta desteñida
o el plato astillado.
Quien los tuviera
imaginaba, iba a morir.
Ese era mi poder.
Casi siempre se los daba a mi hermano.
Después, a mi padre.
(Pero nunca a mi madre)
De más grande, los dejé para mí.
(La profecía incumplida,
mi valentía desapercibida)
Si creo o no en el destino
es algo académico: el destino vence a la creencia,
el suceso continuo
continúa sucediendo.
Cuando las cosas se estancan
me voy de casa,
un hechizo para el azar.
Prólogo de Josefina Bianchi
En la literatura, pero especialmente en la poesía, siempre está pasando algo más. Las palabras son los colmillos de una serpiente que arrastra las imágenes conocidas junto a una carga de sentido que solo el lector o la lectora puede identificar. Esta percepción del algo más puede invitar al juego si esa carga se deshace de la solemnidad. Así, los colmillos se clavan de manera transformadora en, a lo Sontag, la piel áspera de la realidad.
La escritura de Elisa Gabbert resulta engañosa. A simple vista, parece de materiales livianos, una fotografía de una maqueta sobre la evolución de un vínculo amoroso. Sin embargo, ese trabajo, el de captar lo abstracto al vuelo, el volverlo concreto, se lo dejamos, justamente, a la fotografía.
Acá los versos fluyen, se deslizan sobre hielo conociendo el peso de las palabras y sabiendo que abajo, justamente, hay algo tan frágil como el hielo.
Es por eso que a medida que Los poemas de Judy avanza -entre sombras y ambigüedades- este se vuelve un texto complejo. Una vez más, las mordidas dejan su marca en las pequeñas anécdotas sobre lo cotidiano que no resisten la idea de un presente desde la generalidad.
Hay una foto de Jack
que miro una y otra vez,
no para alejarla
sino para acercarme.
Esta serpiente se está comiendo a sí misma.
Gabbert propone un juego de espejos entre su estudio sobre un personaje, Judy, de una obra de teatro (The Designated Mourner) como disparador para una serie de poemas que hablan, de alguna manera, del fin del amor, pero sobre todo de la necesidad de volver sobre el pasado para descubrir las señales de la incomodidad, es decir, de lo no dicho. Y es que Gabbert se dedicó durante años a ensayar la obra, a interiorizarse sobre la caracterización de Judy y resolver que esta era superficial. Es ahí donde Judy empieza a convertirse en poesía; y la autora lo transmite de manera tan natural y aparentemente sencilla que ya no es necesaria la obra de teatro para pensar los poemas, y la frontera entre las voces de Judy y Elisa se vuelve difusa para prestarnos esa nueva voz poética a todxs lxs que la leemos.
Esta convención de decir estamos “bien”
es un retroceso. No estar bien
es lo predeterminado, y decirlo se siente mejor.
Para Gabbert, no es tan importante el final de la historia, sino dar marcha atrás sobre las palabras y los gestos para descubrir cómo es que se llegó a eso. En algún sentido, lo que nos dice, de manera muy sutil, es que su interés está centrado en el proceso de creación de una obra, en los artificios, es decir, en los ensayos.
Estamos en el momento de decidir
entre el cariño y el desprecio
pero no podemos quedarnos acá.
De alguna manera voy a fallar.
Si en Los poemas de Judy ya no se parte de una representación, sino desde la reflexión y la apropiación de una voz (ahora coral), es en la relación entre la ausencia de lo solemne y lo que a simple vista no se ve en donde se ubica el lirismo.
Josefina Bianchi (2021)
Elisa Gabbert
Elisa Gabbert es una poeta, ensayista y crítica norteamericana, autora de The Unreality of Memory & Other Essays (2020); The Word Pretty (2018); The Self Unstable (2013); y The French Exit (2010). Escribe para el New York Times y The New Yorker. Hasta esta edición, su obra era inédita en español.